La ciudad un espacio de
disputa.
Quito es un ejemplo más de la lógica que se
produce y reproduce en distintas ciudades del mundo, desde la década de los 90
se inició un programa de rehabilitación del Centro Histórico financiado por el
Banco Interamericano de Desarrollo con el fin de preservar su valor histórico y
monumental; sobre esta base se ha construido y se construye las políticas públicas,
culturales y educativas que van en función del rescate de los valores históricos.
Esta
construcción política, hace que Quito se proyecte como una ciudad-región y
tecnológica, “como un nodo de conectividad avanzada y centro de una región de
alto desarrollo agrícola, agroindustrial y turístico. De ahí su objetivo
central de convertir a Quito en un Macro
Cluster[1] de servicios
avanzados que apoye los procesos productivos existentes en su reconvención y
puesta al día y que jalonee la modernización tecnológica e institucional del aparato
productivo de la región”[2].
Quito también es la metáfora del shoping, una ciudad para vivir bien,
pasear, respirar aire limpio, y contemplar iglesias y museos. Es la ciudad museo
que crece sobre otra, la ciudad viva y que no esta moldeada sólo por la
estética arquitectónica; más que eso se trata de un proyecto político sustentado
sobre una ideología capitalista y neoliberal que se mantiene con múltiples
mecanismos de explotación, exclusión y marginación. Frente a esto, la respuesta
dada a partir de los sectores populares es fundamental para disputar la ciudad,
los sentidos, la organización, las relaciones laborales, el orden simbólico, y
la dimensión estética que la componen, construyendo una praxis sobre las luchas
populares urbanas enfatizando en una cultura viva y no en los museos e ingresos
de un turismo elitista y folklórico que ve la cultura en las iglesias y
monumentos mas no en la gente. (Revista La Pepa. pg 5).
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